Sucedió después de eso que vi un ejército de carros conducidos por hombre y que iban sobre los vientos desde el oriente y desde el occidente hacia el sur.
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Se escuchaba el ruido de los carros y cuando ocurrió tal alboroto los santos notaron que las columnas de la tierra se movieron de su sitio y el sonido que se produjo se oyó de un extremo al otro del cielo durante un día.
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Y ellos se prosternaron y adoraron al Señor de los espíritus. Este es el fin de la segunda parábola.
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