Fui trasladado desde allí hasta el centro de la tierra y vi un lugar bendito en el cual había árboles cuyas ramas brotaban permanentemente.
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Allí me fue mostrada una montaña santa y salía agua de debajo de la montaña, desde el oriente y descendiendo hacia el sur.
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Y vi al oriente otra montaña más alta que aquella y entre ellas un cañón profundo y angosto por el que corría el agua que salía de la montaña.
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Y al occidente otra montaña, más baja que la anterior, poco elevada, y por debajo, entre las dos, una hondonada profunda y seca, y otra hondonada entre las tres montañas.
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Todas eran barrancos profundos de roca dura y no había árboles plantados en ellos.
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Yo me maravillaba de las montañas y me asombraba de los barrancos, me asombraba demasiado.
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