Introduccion



El Libro de Enoc ha sido traducido al castellano desde dos versiones inglesas, editadas por Robert H. Charles y Hedley F. Sparks, y desde la versión francesa de François Martin; las tres a su vez traducidas de los manuscritos etíopes, cotejados con manuscritos griegos; corregidas además estas versiones de acuerdo con los manuscritos arameos de Qumrân (4QEn - 4QEnastr), editados por Josef T. Milik, traducidos al castellano por Florentino García M.

Los versículos y apartes incluidos [entre paréntesis] muy probablemente no forman parte del libro, especialmente el "Capítulo 108", que expresamente declara ser el comienzo de otro libro. Sin embargo, se encuentran en varios manuscritos etíopes o griegos, por lo que han sido incluidos en esta traducción para que los lectores formen su propio criterio al respecto.

En el respectivo versículo, se citan adicionalmente (referencias a) otros libros.

El libro de Enoc - Capítulo 39

1
Y ocurrirá en esos días que los hijos de los elegidos y santos descenderán de lo alto del cielo y su linaje llegará a ser uno con el de los hijos de los hombres.

2
Enoc recibió los libros del celo y la ira y los libros de la angustia y el destierro: "Nunca más obtendrán misericordia", dijo el Señor de los espíritus.

3
Y las nubes me cubrieron, y el viento me levantó de la superficie de la tierra y me dejó en el límite de los cielos.

4
Allí tuve otra visión: vi el lugar donde habitan los santos y el lugar de descanso de los justos.

5
Ahí contemplé con mis ojos las moradas en medio de los ángeles de justicia y sus lugares de descanso entre los santos. Mientras suplican y oran por los hijos de los hombres, la justicia brota entre ellos como el agua y la misericordia se esparce sobre ellos como el sobre el rocío sobre la tierra, por los siglos de los siglos.

6
En ese lugar con mis ojos vi al Elegido de Justicia y de Fe; la justicia prevalecerá en sus días y los justos y los elegidos serán innumerables ante él por los siglos de los siglos.

7
Vi su morada bajo las alas del Señor de los espíritus; todos los justos y los elegidos brillarán frente a él como el resplandor del fuego; su boca estará llena de bendición; sus labios glorificarán el nombre del Señor de los espíritus; y la justicia y la verdad no fallarán ante él.

8
Yo deseaba vivir allí y mi espíritu anhelaba esa morada: esa era desde antes mi herencia, tal y como había sido establecida para mí ante el Señor de los espíritus.

9
En esos días alabé y ensalcé el nombre del Señor de los espíritus con bendiciones y alabanzas porque Él me ha destinado para la bendición y la gloria de acuerdo con el buen parecer del Señor de los espíritus.

10
Por mucho tiempo mis ojos observaron ese lugar y lo bendije a Él y lo alabé diciendo: "Bendito es Él y bendito sea desde el principio y para siempre".

11
Ante Él no hay renuncia; Él sabe desde antes de que el mundo fuera creado qué es para siempre y qué será de generación en generación.

12
Aquellos que no duermen te bendicen; ellos están ante tu Gloria y bendicen, alaban y ensalzan diciendo: " Santo, Santo, santo es el Señor de los espíritus, Él llena la tierra con espíritus".

13
Mis ojos vieron allá a todos aquellos que no duermen, bendiciendo y diciendo: "Bendito seas tú y bendito sea el nombre del Señor de los espíritus por los siglos de los siglos".

14
Mi rostro fue cambiado y no podía sostener la mirada.


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