Después volví hasta donde todo era caótico;
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y allá vi algo horrible: no vi ni cielo en lo alto ni tierra firme fundamentada, sino un sitio informe y terrible.
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Vi allí cuatro estrellas del cielo encadenadas que parecían grandes montañas ardiendo como fuego.
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Entonces pregunté: "¿Por qué pecado están encadenadas y por qué motivo han sido arrojadas acá?".
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Uriel el Vigilante y el Santo que estaba conmigo y me guiaba, me dijo: "Enoc ¿por qué preguntas y te inquietas por la verdad?.
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Esta cantidad de estrellas de los cielos son las que han transgredido el mandamiento del Señor y han sido encadenadas aquí hasta que pasen diez mil años, el tiempo impuesto según sus pecados.
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Desde allí pasé a otro lugar más terrible que el anterior y vi algo horrible: había allá un gran fuego ardiendo y flameando y el lugar tenía grietas hasta el abismo, llenas de columnas descendentes de fuego, pero no pude ver ni sus dimensiones ni su magnitud ni haría conjeturas.
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Entonces dije: "¡Qué espantoso y terrible es mirar este lugar!".
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Contestándome, Uriel el Vigilante y el Santo, que estaba conmigo me dijo: "Enoc ¿por qué estás tan atemorizado y espantado?". Le respondí: "Es por este lugar terrible y por el espectáculo del sufrimiento"..
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Y él me dijo: "Este sitio es la prisión de los ángeles y aquí estarán prisioneros por siempre".
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